martes, 2 de abril de 2013

Fotografiando a la antigua usanza


Anécdota de Eduardo Ponce C


Echaba de menos fotografiar con mi cámara de fuelle Ihagee de 1920, con su chasis  de 9x12cm. Lo suelo cargar con el negativo de papel RC, y así luego, revelarlo en mi cuarto oscuro provisional: mi baño, que lo secuestro durante unas horas.


En esta ocasión, tenía intención de hacer fotografías en el interior e ir revelándolas cada vez que las hacía, e incluso tenía ganas de hacer positivado con la misma cámara. Esto último es algo que he encontrado muy gratificante porque era como lo hacían antes algunos fotógrafos, especialmente los minuteros.


La verdad es que la mañana fue muy fructífera, ya que todas las fotos realizadas dieron su resultado. Y al estar fotografiando en el interior la mayoría de ellas, en algunas tuve que echar mano de un poco de apoyo de luz artificial, debido a que las lentes de estas cámaras no son como las de ahora.



La anécdota curiosa de la mañana fue que una de las fotos que tenía colgadas en el balcón secándose, como si de ropa se tratase, salió volando sin que yo me percatara de ello hasta dos horas después. Menudo disgusto cuando hice el recuento, voló una de las que más me gustaba, así que sin pensarlo salí a buscarla a la calle. Era una mañana de lunes de viento, y encontrar una  foto era tarea difícil, pero era mi día de suerte y la encontré. Eso sí, alguien  antes que yo la había cogido y no le debió de gustar porque hizo una bola con ella. Pese a las arrugas, para mí lo importante es que había encontrado mi foto.



Algunas de las fotos las he escaneado y positivado digitalmente, aunque prefiero el positivo químico y dejarlas tal cual. Pero en ocasiones les doy un punto de laboratorio digital.

No hay nada comparable a esa sensación de hacerlo tú mismo, sin electrónica, sin batería, sin añadidos  tecnológicos. Además, estoy convencido de que cada vez somos más los que  practicamos la fotografía  de siempre porque cuando lo haces… es algo muy adictivo.